El murciélago no necesita luz para ver. Se guía por otros sentidos, por lo que no se ve, pero se siente. Es el guardián de los ciclos que mueren y vuelven a nacer. De los cambios profundos.
Este guardián acompaña a quienes están atravesando una transformación interna. A los que ya no encajan donde estaban, pero aún no saben del todo quiénes son ahora. El murciélago no teme a la oscuridad… porque sabe que ahí es donde renace.
Es símbolo de intuición, adaptación, renovación y fe profunda. Te enseña a confiar en lo que no ves con los ojos, pero reconoces con el alma.
Lo que te recuerda el murciélago:
– A veces el cambio más grande ocurre en silencio.
– Puedes dejar atrás lo que fuiste, sin miedo.
– Tu intuición es un mapa, aunque otros no lo entiendan.
– No necesitas la luz de afuera, si la llevas dentro.
Este maestro del alma es para quienes están mudando de piel, cruzando umbrales invisibles, y aprendiendo a volar desde adentro.
