El colibrí, como tótem espiritual, simboliza ligereza, alegría, y resiliencia. En muchas culturas, se le asocia con la capacidad de encontrar lo bello y positivo incluso en los momentos más difíciles. Representa la capacidad de disfrutar plenamente del presente, de adaptarse rápidamente a los cambios, y de moverse con agilidad tanto en lo físico como en lo emocional.

Espiritualmente, el colibrí también es visto como un mensajero de esperanza y amor. Su habilidad para volar hacia atrás se interpreta como un recordatorio de que podemos mirar al pasado sin quedarnos atrapados en él, mientras avanzamos hacia el futuro con ligereza y gratitud.

Este tótem también está vinculado a la fortaleza, ya que el colibrí, a pesar de su pequeño tamaño, es increíblemente resistente y tenaz, lo que inspira a superar desafíos con una actitud positiva.